jueves, 10 de diciembre de 2009 - 12:00

Todos juntos ahora

Hay trascendidos, comentarios. La voz se corre entre los banfileños. Parece que se han visto cosas extrañas en el Predio, parece que los jugadores y el cuerpo técnico han vivido circunstancias particulares, hay olor a algo, a visita, a mística.\n\nGeorge Burton, pieza fundamental del Club, sabe que las cosas se construyen de abajo hacía arriba. Entonces, en sueños se le apareció a Méndez en una de estas noches. Le agradeció por lo que están haciendo. Le dijo que se puede, que no hay que bajar los brazos, le pidió que hable con los más jóvenes, que los ayude a vivir esto. Méndez, sin poder creer lo que le pasaba, descansó hasta la mañana siguiente, cuando debía ir al entrenamiento.\n\nEn el último semáforo antes de entrar al Predio, alguien se acercó al coche de Quinteros. Era Oscar López. Lo palmeó. Y le dijo: “Que garra que ponen viejo. Un tropezón no es caída. En el 62 estuvimos muchos partidos invictos. Luego de perder, nos levantamos, y los pisamos a todos. Salimos primeros”. Cuando la luz se puso verde, Quinteros corrió el coche hacía el cordón y se quedaron charlando. Hablaron del apoyo de la gente. “Son así”, dijo López. “están siempre, y te hacen sentir que nunca caminas solo, aprovechen ese apoyo”. Se despidieron, con un saludo, y prometieron volver a verse pronto.\n\n\n\nBarraza y Bustamante llegaron al entrenamiento como todos los días, pero distintos. Se corre la voz que Zanetti y Carrascosa los llamaron, les dieron aliento, los apoyaron. Le comentaron cosas de todas las batallas que tuvieron con la camiseta de Banfield, les dijeron que dejando todo se llega.\n\nDicen que el ángel de Mouriño dialogó con Battión, le dio tranquilidad, le contó secretos del césped de Peña y Arenales, lo aconsejó. Le dijo: “Sos como yo. Alto, jugas de 5, distribuís la pelota. Dale para adelante. La única batalla que se pierde es la que se abandona. Y en Banfield nunca estuvimos acostumbrados a eso”. Battión asintió con la cabeza, como conociendo ese mandato.\nTrepado a una de las paredes del Predio, Félix Zurdo espiaba el entrenamiento. Veía correr a los muchachos, al profe Otero dar indicaciones con mucha energía, a Lo Tártaro pelotear a los arqueros hasta que se sientan exhaustos, pero quería cruzar una mirada con Falcioni. En una de esas, con la pelota bajo el brazo derecho y el silbato colgando en su pecho, el Emperador levantó su vista. Se miraron, y Félix, emocionado, guiñó un ojo, sabiendo que la obra va a terminarse, como dijo Falcioni la semana anterior.\n\nLuego de que terminara el entrenamiento, Sanguinetti dialogaba con López en el medio de la cancha, mientras Bologna le pateaba penales a Lucchetti, Falcioni charlaba con Devaca y Ladino y el resto se iba al vestuario. El Archu le hacía un comentario al cordobés pensando en Huracán. López, en silencio, lo escuchaba. Hasta que lo cortó. Y le preguntó: “¿Qué darías por estar en mi lugar?”. “Todo” dijo el Archu. Y siguió: “mirá, te cuento algo, cuando estábamos en el Nacional B, luego de un arranque con dificultades, se fue Cachín Blanco y vino Mané Ponce. En el primer entrenamiento nos dijo que él presentía algo muy grande, que había olor a gloria. En ese momento fue extraño lo que nos dijo, sacando al plantel y a la gente de Banfield, nadie apostaba un peso por nosotros. Estuvimos más de 20 partidos invictos y ascendimos. Hoy, a más de 9 años de eso, te digo que siento lo mismo. Todos se piensan que estamos mal, pero yo siento que algo grande está por llegar”.\n\nEn el vestuario dicen que hubo un espacio que nadie llenó. Parece que Silva sabe quien era el que estaba ahí: Albella. El cordobés le dio fuerzas para que tenga cañonazos de sobra para esta etapa final. El Tanque agradeció, con esa amabilidad típica de los uruguayos y prometió goles, mientras le cebaba un mate amargo.\n\nA James, tímido y callado, se le apareció mágicamente al Cabezón García por entre los árboles del Predio. “Me siento identificado con vos. Arrancaste de pibe como yo, sos habilidoso, le pegás bien a la pelota, sos desfachatado. No te apartes de ese camino. Contás con mi apoyo”, dijo Horacio. Sin entender mucho lo que pasaba, James se quedó atónito, mientras escuchaba las anécdotas de esa increíble final contra Belgrano del 87, que Banfield dio vuelta con un hombre menos. “Se puede, pibe, siempre se puede”, dijo el Cabezón antes de despedirse.\n\nWensel se cruzó con Papelito. Solo puso su mano derecha sobre el hombro del uruguayo. Ahí, en ese instante, le pasó más energías para que las corra todas, como hasta ahora. Le dijo, “yo puse todo por esta casaca como vos, seguí así, sos un fenómeno”. Y agregó: “siempre me dijeron que lo mejor de mi era que nunca me daba por vencido. Vos sos igual. No aflojes, falta poco”.\nAntes de irse a Libia, Pico Hernández habló con el Ruso García. “Estate preparado, como antes de jugar con Vélez. Si Julio te necesita, tenés que estar ahí para ayudar a los muchachos. ¡Vamos pibe!” dijo el uruguayo, al tiempo que cosechaba saludos y afecto de todos. “Si Pico” dijo el Ruso, “desde que llegue de Mendoza estoy esperando esto, y se nos va a dar” le dijo García agradecido por el apoyo.\n\nEl Laucha atendió el teléfono como tantas otras veces. Le llamó la atención el número, sorprendido dijo “hola”. El que estaba del otro lado era La Volpe. Luego del saludo cordial, dialogaron. “Sos del Club, como yo”, dijo La Volpe. “Miles de pibes quieren estar en tu lugar, tenés que estar tranquilo Cristian, seguro, fuerte de piernas para cortar los centros y con los reflejos intactos. Siempre esperaste este momento. Bueno, llegó, y lo vas a aprovechar”. El Laucha se emocionó recordando todo el sacrificio que tuvo que pasar para llegar a Primera, y se juramentó llegar a destino.\n\nEn tanto, dicen que Erviti se quedó más de la cuenta con el auto en marcha antes de irse del entrenamiento: un pelado con alas y la 10 de Banfield se sentó en el asiento del acompañante. Le pasó magia y pases para el recuerdo, para que tenga de sobra. El marplatense le preguntó si se acordaba cuando cambiaron camisetas hace muchos años. Garrafa le dijo que sí. “Era el destino”, dijo José Luis, y se fue, volando, hacía las nubes.\n\nSon once en la cancha, más los suplentes y el cuerpo técnico. Somos miles en las tribunas. Son cientos que estuvieron en la cancha y ya no pueden estar. Esos cientos, tienen la certeza que, estando o no en este mundo, también son parte de este presente. Querían ayudar. Lo hicieron. Estamos todos juntos, los ídolos de ayer, los de hoy y nosotros, los hinchas, con aliento de siempre en busca del objetivo.\n\nSe vieron cosas fuera de lo común en el Predio. Nadie lo va a decir. Los jugadores y el cuerpo técnico guardarán el secreto en lo más profundo de sus pechos calientes y lo utilizarán como combustible en las batallas finales.