martes, 07 de julio de 2020 - 23:26

Sanguinetti: Su relación con Falcioni, por qué arriesgar su papel de ídolo y la charla para convencer a Osvaldo.

El flamante entrenador explicó el motivo que lo llevó a poner en juego el cariño que le tienen los hinchas como ex jugador para asumir el riesgo de comandar al equipo. Todo, bajo el difícil marco de reemplazar al Emperador, una leyenda en el banco del Taladro

Por Martín Insaurralde. Algunos afirman que la vida es un círculo. Que a medida que pasa el tiempo uno va entrando en ciclos que te llevan a aquellos lugares donde ya se estuvo, pero para iniciar una nueva etapa. Todo termina donde comenzó, solo para volver a empezar. Quizá algo de esto es lo que le ocurrió a Javier Sanguinetti el pasado 1º de julio, cuando asumió como nuevo entrenador del Club Atlético Banfield.

Claro que esta vez el Archu no llegó a las instalaciones del Taladro acompañado por su madre como el día que se probó en la cantera de la institución. Tampoco lo hizo con el bolso colgado al hombro como cuando se presentaba a los entrenamiento en el predio de Luis Guillón durante los 18 años en los que defendió los colores verde y blanco como profesional. Esta vez fue distinta, no solo por las canas que se esconden en su cabellera de pelo lacio o el buzo de DT que lleva puesto, sino también por el modo, ya que si bien el ex zaguero de 49 años volvió al club de sus amores, eso solo es un decir, porque esta cuarentena obligó a que su presentación delante del plantel fuera vía Zoom.

Fue un sueño cumplido. Aunque fue a través de una plataforma, necesitaba ese contacto para sentirme realmente el entrenador. Fue lindo verlos a todos y me pasaron muchas cosas por la cabeza. Esperé mucho tiempo esta posibilidad. Quiero generar algo importante en el hincha y en todo el plantel”, detalla sobre aquel momento con una sonrisa y la mirada brillosa para darle inicio a su entrevista con Infobae, luego de su primera semana como estratega del elenco del Sur del Gran Buenos Aires.

Sanguinetti ya había estrechado su regreso a Banfield en septiembre del año pasado al aceptar ser uno de los ayudantes de campo de Julio César Falcioni, sin embargo, su nueva labor como entrenador principal tiene otro sabor y así lo siente. Claro que no fue fácil aceptar ese cargo, primero porque el hombre a sustituir era nada menos que el Emperador, una leyenda en el banco del Taladro y cuya salida fue muy resistida por los hinchas; y después, por el escudo. Con 485 partidos disputados, el Archu tiene el récord de presencias en la entidad y su sentido de pertenencia con la institución es demasiado fuerte. Es por ello que su decisión pasó por varios vaivenes: ¿vale la pena arriesgar su idolatría como jugador para aventurarse en un nuevo desafío como entrenador?

- Hay una frase que usa Agustín Pichot que habla sobre “bajarse del pedestal de ídolo para volver a meterse en el barro”, ¿qué pensás?

- Puede ser que me arriesgue al hacer esto, pero tengo bien en claro dos cosas: la historia no se borra y el club está por encima de todos. Creo que este es el momento en el que tenía que aceptar este desafío, al margen de que todo eso que decís puede ser verdad. Tengo una historia en este club que la he escrito con mucho esfuerzo y no solo con cosas lindas, pasamos situaciones muy complejas. Pero llega un momento en que uno tiene que saber lo que quiere, salir de su zona de confort y luchar por lo que piensa. Este es el momento. Hablé con mis amigos, con mi familia y mucho con la almohada, decidí que era hora porque me sentía capacitado y estaba convencido. Por eso acepté este desafío. No tengo dudas de mi decisión.

- Ya te habías largado como entrenador principal en Paraguay (NdR: estuvo en Sol de América y Sportivo Luqueño entre 2016 y 2019) ¿Qué te llevó a volver a Banfield como ayudante en su momento?

- Cuando termina el ciclo de Crespo, la dirigencia se comunica conmigo porque Julio iba a ser el manager. Luego, cambió de opinión y le dije a los dirigentes que no iba a entrar en una disputa con él. Si él decidía ser el entrenador, me parecía lo más lógico. De hecho, a los tres días me apareció una posibilidad de volver a Paraguay. Ahí justo me llama Julio y me ofrece acompañarlo en su última etapa. Lo pensé, la verdad que no me gustaba mucho porque yo ya tenía un cuerpo técnico armado, pero le dije a Julio que sí, solo porque era él y por Banfield. Me parecía una buena forma de ayudarlo porque el club no estaba en una buena posición y podía dar una mano desde donde me tocara. De otra manera no lo hubiese hecho.

El Archu debió reemplazar a Julio Falcioni, de quien fue su ayudante de campo y es una leyenda en el banco del Taladro (@cab_oficial)
El Archu debió reemplazar a Julio Falcioni, de quien fue su ayudante de campo y es una leyenda en el banco del Taladro (@cab_oficial)

- ¿Hablaste con Falcioni cuando te llegó la propuesta de reemplazarlo?

- Sí, obvio. Fue con el primero que hablé. Tuve cuatro charlas hasta que tomé la decisión de aceptar el cargo. Son conversaciones que quedan entre nosotros, fueron idas y vueltas de situaciones normales de una sucesión. Obviamente esas cosas se hablan con la persona que ha estado con uno trabajando y que va a ser el manager dentro de un par de meses. Era lo más lógico para que después yo pudiera tomar una decisión. No es nada fácil venir después que Julio, ja. Para mí, es el entrenador más importante que ha tenido este club en su historia y no va a ser una tarea fácil. Pero uno ha estado acá en diferentes épocas, conoce el club y creo estar a la altura de poder llevar a cabo esta transición post Julio como entrenador.

- ¿Cómo quedó la relación entre ustedes?

- Quedó todo perfecto. No tengo nada que ocultarle a él ni a nadie. Cada uno tomó la postura que creyó correspondiente y yo fui muy claro con él, no me guardé nada. Hace poco tuve una charla y le dije que lo esperábamos cuando asuma en diciembre. Acá hubo una decisión que se llevó a cabo y de mi lado no hubo un enojo con él porque pretendiese otra cosa. Soy un agradecido y siempre lo voy a ser con respecto a su persona. Cuando hay decisiones que tomar primero uno lo piensa, como lo hice, y ahí decidí lo mejor para uno y para el club. Después, puede ser que no todo el mundo acepte lo que vos decidiste, pero lo bueno es que todo fue frontal y las cosas se dijeron como son. No hay más que agregar.

- Otro con el que tuviste que hablar, aunque por otra razón, fue con Daniel Osvaldo. Se especuló con su salida, pero desde Banfield dijeron que faltaba una charla entre él y vos.

- Hablé con los 32 chicos del plantel para decirles cuál era mi idea desde los deportivo. En la primera charla con Daniel lo noté con algunas dudas en cuanto al futuro porque no había una fecha certera de cuándo iba a volver todo. Decidí dejarlo que macerara un poco su idea y el lunes anterior a mi presentación volvimos a charlar, ahí le expresé lo que sentía. Le dije que a lo mejor todo este parate fue para bien, que le sirvió para recuperarse de las lesiones que traía y que nosotros íbamos a ayudarlo para que pueda cumplir su sueño de volver a las canchas. Obviamente no le prometí que la ‘9' iba a ser de él, pero si me comprometí a ayudarlo para que vuelva a ser el jugador que fue, que si lo hacía iba a jugar porque las condiciones las tiene. Le pedí que se sume a esta ilusión. Siempre entendí su situación y le comenté que no me interesaba su vida privada. Fue una linda charla, lo vi enchufado desde el primer día. Estoy muy contento con su respuesta y la de todo el plantel.

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Sanguinetti es un exponente más de la nueva camada de entrenadores argentinos, aquella formada en gran parte por ex jugadores que colgaron los botines en este milenio y que vienen a ocupar esa especie de eslabón perdido que se ubica entre los futbolistas modernos y la vieja guardia de técnicos experimentados. Una especie de híbrido, conocedores de la vieja escuela, pero a la vez empapados de los nuevos tiempos que corren y aquellas maneras de llegarles a sus dirigidos hablando el mismo lenguaje. Algo en lo que pone bastante hincapié y lo considera fundamental para encabezar un plantel.

- Tenés varios jóvenes a cargo que se formaron dentro del club mientras vos eras referente y capitán del equipo de Primera. ¿Cómo es el trato al tener que pararte del otro lado, como entrenador y también con la chapa que tenés en el club?

- Hay algunos que ni habían nacido todavía, ja. Son chicos que tienen las edades de mis hijos, así que es casi paternalista la relación. Uno trata de cuidarlos, de aconsejarlos, no solamente ser su entrenador, sino también entender sus inquietudes y sus miedos porque son los mismos que tienen todos los jóvenes. No me parece que hay que tratarlos de manera distante, hay que entender sus necesidades. Creo que ese es el mayor mérito que tiene el entrenador, la gestión de grupo. Después, cada uno puede tener su librito, pero lo que no nos tenemos que olvidar nunca es que gestionamos personas.

- ¿Notás que hubo un cambio entre el tipo de jugador de ahora y el de tu época?

- La que cambió muchísimo fue la sociedad. Antes, los jugadores teníamos pocos estímulos, que eran ver un partido o jugar a las cartas. Nuestro única ilusión era jugar al fútbol. Hoy, desde los celulares, tenés todo tipo de cosas que no existían en nuestra época. Eso hace que hoy se le reste importancia al fútbol y se genere otro tipo de intereses alrededor de los jóvenes. Se les pone mucha presión a los chicos, hoy el futbolista es muy mediático y se le monta todo un circo a través de las redes sociales que a lo mejor no pueden sostener y no están preparados. Todo esto va en detrimento del jugador porque es negativo y muchas veces vive en una burbuja en la que lo enaltecen, en la que piensa que ya está consagrado y a lo mejor no es así.

- ¿Y, como entrenador, cómo se contrarresta todo esto para que el jugador no pierda el foco?

- Tienen que entender que todo esto que pasa alrededor de ellos es solo una parte y no es su vida en sí. De la misma manera que tampoco era bueno para nosotros, en mi época, que lo único que importara fuese el fútbol. Quizá hubiese estado bueno tener otra vía de escape para poder aplacar las tristezas que te generaba este deporte. Creo que mi labor es explicarles de qué se trata esto, que lo que les va a dar de comer en el futuro es el trabajo que hoy es el fútbol, el día a día en los entrenamientos, el intentar entender el juego, algo que cuánto más rápido lo hagan, más y mejores opciones van a tener. Hay que convencerlos y no imponerles que tienen que vivir para el fútbol, sí que debe ser una parte importante de su vida y que lo otro está bueno para divertirse. Todo a su medida y su debido tiempo. Recuerdo que Luis Garisto nos decía ‘usted va a tener tiempo hasta para morirse', hay tiempo para todo y eso es una realidad. El tema es poder encontrar esos momentos y saber discernir cuándo sí y cuándo no.

Sanguinetti jugó más de 18 años en Banfield y tiene el récord de presencias en el club con 485 partidos
Sanguinetti jugó más de 18 años en Banfield y tiene el récord de presencias en el club con 485 partidos

Hoy Sanguinetti se para del otro lado del pizarrón, sabe que ya no es él quien, desde la última línea de defensa, debe enviar el pelotazo largo al centrodelantero o buscar las espaldas de los laterales para que presionen los volantes por afuera; ahora es el que decide cómo va a jugar el equipo y aportarle su impronta. Claro que no es fácil hacer oídos sordos a una filosofía falcionista que tanto tiempo mamó y la cual le dio resultados como jugador y ayudante, pero sabe que las copias tampoco son buenas.

- ¿Qué estilo de juego va a tener el Banfield de Javier Sanguinetti?

- Primero hay que tener una identidad clara dentro del campo de juego. La idea tiene que ser siempre la misma, que se debe defender bien pero también atacar bien. Creo que un equipo debe dominar las fases básicas del juego y a partir de ahí se busca la fórmula dependiendo del rival. Yo no sé si voy a jugar todos los partidos de la misma manera, va a haber partidos que vamos a poder elaborar nuestro juego desde abajo y otros que tengamos que ser más directos salteando líneas. La idea es poder imponer siempre nuestras condiciones, pero eso no significa que vamos a jugar siempre sobre el arco rival.

- Cada entrenador tiene su libreto, pero se nota alguna influencia de la filosofía de Falcioni en tu propuesta...

- El equilibrio tiene que existir siempre, coincido con Julio. Si vos no tenés un equipo equilibrado, tenés que tener muy buenos jugadores en ofensiva para ganar 7 a 5... Pasa que no nos podemos quedar con la idea de que una sola forma es la que sirve. Uno puede tener una idea pero a lo mejor no tenés esos jugadores para desarrollarla. Hoy, por ejemplo, no tenemos los jugadores para jugar como el Banfield de 2009 con James Rodríguez y Walter Erviti. Entonces, hay que buscar las variantes para poder ser efectivos. Todos los entrenadores coinciden en una cosa: ganar. Eso está fuera de discusión, pero después está el cómo. Ahí es donde uno tiene que ver la capacidad de su plantilla para poder realizar lo que uno cree. Hay que ser pragmático, no exponer al jugador, sino potenciarlo y generarle expectativas constantemente.

- Mencionate el Banfield de 2009. En su momento el propio Erviti dijo que no coincidía con la mirada futbolística de Falcioni, pero que igual lo obedecía y ese equipo consiguió resultados.

- Sí, pero ese equipo jugaba muy bien, en serio, y se lo discuto a cualquiera. Ese Banfield sabía defender, tanto cerca de su área como alto, sabía atacar, sabía transicionar, se replegaba muy bien... Ese equipo jugaba bárbaro no solo por la impronta del entrenador sino por los jugadores que tenía. Eso es lo que hay que buscar, no ser nominal, que a pesar de los nombres y las ideas el equipo sepa hacer las cosas dentro del campo de juego, después podés ganar o perder. Entrar en comparaciones es muy odioso. Yo voy a tener mi impronta, no lo voy a copiar a Julio porque las copias siempre son malas, pero también hay muchas cosas en las que coincido porque son las bases para armar un equipo. El ejemplo de hoy es el Atlético Madrid de Simeone, que a lo mejor no te gusta pero no juega mal. Juega muy bien pero estéticamente quizá el público prefiera al City de Guardiola. Ninguno es mejor ni peor, son distintos. Esto se trata de conseguir resultados para conseguir tiempo, que es de lo que vivimos los entrenadores.

- ¿Para qué está este Banfield?

- Sería aventurarnos decir un objetivo claro. Cuando pase todo esto, mi idea es ver qué jugadores quiere vender el club y a partir de ahí reforzarnos. No hay dudas de lo que debemos hacer para poder tener un plantel completo. Después, queremos estar entre los primeros diez equipos, poder volver a jugar una copa internacional, volver a Sudamérica. Queremos ser nuevamente un equipo competitivo, que tenga ilusión. De eso no tengo dudas.